Loarre (Aragón)
La de asentamientos romanos que nos hemos cargado construyendo castillos encima suyo. Esto de por si ya sería triste, pero se torna patético cuando en muchos casos, demasiados apuntaría yo, el castillo se encuentra en pésimo estado de conservación, o en ocasiones ni se encuentra. Afortunadamente este no es el caso.
El castillo-iglesia románico de Loarre, en la provincia de Huesca (a unos 30 kilómetros de su capital), se levanta sobre unas ruinas romanas relativamente bien conservadas.
Es sin duda el más importante de los castillos aragoneses. Su construcción comenzó en el año 1015, en los tiempos de Sancho III, el Mayor de Navarra (o, para ser más exactos, de Pamplona). ¿Y que pintaba el soberano navarro construyendo castillos en Aragón? Pues la respuesta es sencilla; Sancho era también, entre otros títulos que ostentaba, conde de Aragón (1000-1035). La fundación y posterior importancia de este castillo se debe a que se convirtió en baluarte fronterizo contra el reino musulmán de Zaragoza.
El recinto fortificado es de unos 2.200 metros cuadrados de planta irregular, y es realmente, más que un solo castillo, un conjunto de fortificaciones construidas en dos etapas a lo largo del siglo XI. Todo el bloque de construcciones que forman la fortaleza esta realizado en piedra de mampostería, sin trabajar.Entre los restos de la primera etapa se encuentra la llamada Torre de la Reina, majestuosamente elevada en planta rectangular. La segunda fase, durante el reinado de Pedro I, se caracteriza por el apogeo del carácter religioso a costa del militar. La iglesia, terminada en 1096 (fecha de la conquista de Huesca), es un magnífico ejemplo del pleno románico. El desnivel del promontorio y sus reminiscencias militares provocan una esbelta fachada, organizada en dos pisos.
Aunque pueda parecer difícil de creer por su localización (sobre un cerro) y apariencia; su férrea torre del homenaje almenada, sus pétreos muros defensivos (de algo más de dos metros de espesor), sus torres circulares de defensa y su muralla, fue conquistado por los musulmanes sin demasiadas dificultades. El recinto fue recuperado por Sancho Ramirez I, rey de Navarra y Aragón e impulsador del avance cristiano hacía el sur.
El castillo de Loarre perdió su importancia estratégica con la expansión del reino cristiano unificado de Aragón y Navarra. Reducido a lugar de culto, dependiente de la iglesia de Montearagón, entró en decadencia a lo largo del siglo XII, coincidiendo con las conquistas de Alfonso I el Batallador.
Olvidado de la historia, convertido en refugio de pastores y abandonado a su suerte las cosas cambiaron cuando en el año 1913, dos arquitectos lo restauraron devolviéndole la gloria de tiempos pasados. En etapas posteriores la fortaleza ha sufrido nuevas restauraciones que han conseguido mantener ese impulso revitalizador.
Si lo queréis contemplar sin salir de casa, cosa que en el fondo no os recomiendo porque es mucho más impresionante al natural, basta con ver la película EL REINO DE LOS CIELOS. La fortaleza que recorta el horizonte al principio y fin del film es Loarre.
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