Va de castillos

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lunes, septiembre 04, 2006

Villena (Comunidad Valenciana)


Como petición especial de uno de mis lectores y, totalmente dedicado a él, nos vamos a acercar hoy hasta la población de Villena; municipio de la provincia de Alicante, situado a unos 59 kilómetros al noroeste de la capital provincial, en la Comunidad Valenciana.
Declarado Monumento Nacional en 1931, el castillo de Villena (al que algunos llaman erróneamente el de Onteniente) domina la situación desde un pequeño cerro llamado de San Cristóbal. Se encuentra, como ya hemos apuntado, en la provincia de Alicante y afortunadamente se encuentra en muy buen estado de conservación (felicidades a los encargados).
El edificio está rodeado de una espléndida muralla, todos sus ángulos tienen torres almenadas cúbicas de defensa. Todos menos uno, donde se encuentra la torre del homenaje. Ésta, de planta cuadrada, destaca sin ninguna clase de duda por su especial belleza. En la construcción del recinto podemos observar, sin ningún tipo de problema, las diferentes etapas históricas por las que pasó la fortaleza. La zona baja tiene el típico tapial (Trozo de pared que se hace con tierra amasada) árabe y en la zona superior el sillarejo cristiano (Piedra labrada de una construcción, especialmente la que no atraviesa todo el grueso del muro y no tiene sino un paramento o dos cuando más.)

La población primitiva de Villena, como otras muchas del Mediterráneo, es de origen ibérico, como refleja el conocido Tesoro de Villena, de la edad del bronce, contenido en el Palacio Municipal, aunque adquirió su gran esplendor durante la dominación árabe (aparece citado en el año 1172), fueron ellos los que construyeron su castillo, probablemente sobre unas ruinas romanas (que seguramente ya se habían establecido sobre otras íberas)

En 1239 el vizconde de Cardona lo reconquistó definitivamente, ayudado por almogávares (los Almogávares eran mercenarios originarios de Cataluña, que protagonizaron, en la primera mitad del siglo XIV, fantásticas aventuras en el ámbito del mar Mediterráneo. El término deriva de la palabra árabe al-mugawar, ('el que hace algaras o correrías'). Las tropas del vizconde se completaron con tropas catalanas y de la Orden de Calatrava.

La Orden de Calatrava fue fundada con carácter militar y religioso en 1158 por el abad Raimundo de Fitero, para defender, por pura lógica, la villa de Calatrava, adoptando la regla de San Benito. Alcanzó un enorme poder y numerosos monarcas le otorgaron multitud de privilegios, donaciones y dispensas. Llegó a tener bajo su jurisdicción más de 350 villas y unas 200.000 personas habitaban sus territorios (que para aquel tiempo era de tremenda consideración).

Una vez conquistada villa y castillo, el soberano la dejó bajo la protección de la Orden de Calatrava hasta que por el Tratado de Almizra, pasó a Castilla.

Fernando III (conocido por El Santo y artífice de la unión de los reinos de Castilla y león) concedió Villena su hijo el infante don Manuel (el escritor de la obra “El Conde Lucanor”), quien residió en el castillo.

En la década de 1260 se produjeron las sublevaciones moriscas. Ya en 1256 se había producido un levantamiento en el Reino de Valencia, fue al-Azrak quién se sublevó contra Jaime I, del que era vasallo. En esta ocasión los moriscos llegaron a tomar el castillo de Villena. Como el rey castellano tuvo otro levantamiento en el sur, Alfonso X tuvo que pedir ayuda al monarca catalano-aragonés Jaime I (que entre otras cosas, era su suegro)

Jaime I pacificó rápidamente la región, los musulmanes, por norma general, al enterarse de quien se les venía encima preferían pactar antes de entrar en combate. Una vez que la faena estuvo cumplida, Jaime devolvió los territorios a Castilla.

A finales del siglo XIV Enrique II (hijo bastardo de Alfonso XI y primer rey castellano de la Casa de Trastámara) elevó el señorío a marquesado. Más tarde, en 1445 pasó a poder de la familia Pacheco. A finales del siglo XV ocurrió un hecho que acabaría incorporando el marquesado a la corona. Diego López Pacheco el marqués de turno en la época se declaró “paladín” en la defensa de los derechos al trono de Juana la Beltraneja en contra de Isabel la Católica.

Su posición motivo revueltas de todo tipo hasta que, finalmente, los Reyes Católicos anexionaron el marquesado al trono.

Durante la Guerra de Sucesión la población tomo parte por los Borbones (para ser exactos, por Felipe V), resistiendo el asedio que hicieron los partidarios del archiduque de Austria.

En la guerra de la Independencia (allá por el siglo XIX) fue la última vez que el castillo “entró en combate”. Los franceses, que todo hay que decirlo, lo dejaron bastante irreconocible, manteniéndose esa ruina hasta el siglo XX en el que, afortunadamente, fue restaurado.