Va de castillos

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viernes, julio 28, 2006

Simancas (Castilla y León)


La situación estratégica de Simancas la convirtió en un punto trascendental para controlar la línea del Duero frente a los musulmanes.

Sabemos que en el año 939 Al Rahmán III sufría una derrota frente a sus muros (los de una primitiva fortaleza), iniciándose un tiempo de exitosas campañas militares cristianas que pondrán en jaque el dominio musulmán de la meseta desde Zamora hasta Soria. La reacción musulmana del general Galib en tierras sorianas y las posteriores campañas de Almanzor culminaron en la derrota, esta vez de las tropas cristianas, frente a Simancas en el año 983.

Hasta que no se produce el desarrollo de Valladolid, Simancas fue la población más importante de la zona. En el año 1255 el rey Alfonso X dona Simancas al concejo de Valladolid, siendo desde ese momento su fortaleza uno de los enclaves básicos, junto con Cabezón, de la defensa de la ciudad castellana.

Mucho se ha comentado sobre el origen del nombre Simancas, permitidme que, aun siendo una leyenda, os cuente lo que un tío mío amante de la historia me explicaba al respecto. El caudillo musulmán de turno pedía como dote anual una serie de “doncellas” a la villa con la amenaza de invadirla y saquearla. Un año, cansados ya de tal abuso, los habitantes entregaron la dote al enemigo pero a las mujeres les habían sido cortados sus brazos (pero el remedio que la enfermedad…). Al verlas el caudillo árabe exclamó. “Si mancas me las dais, mancas las quiero”. Sea como fuese la historia o la leyenda sólo puedo apuntar que en la Plaza Mayor de la población hay una fuente cuyos caños, de los que emana una extraordinaria agua, representan en metal los brazos amputados de varias mujeres.

Coincidiendo con las guerras civiles que enfrentaron a los príncipes Alfonso primero, e Isabel, después, con el rey Enrique IV, se produjeron continuados intentos de dominar la ciudad de Valladolid -garante de seguridad del rey- por los nobles que apoyaban la causa rebelde. De este modo, en 1465, el Almirante de Castilla intentó, sin éxito, tomar Simancas. Esta circunstancia llevó a Enrique IV a ordenar en 1467 a Pedro Niño, regidor de Valladolid, que construyese una fortaleza en Simancas, pero esta vez el Almirante de Castilla, Fadrique Enríquez, se adelanta y toma la villa para el bando contrario, construyendo inmediatamente la actual fortaleza. Tras ser coronados los Reyes Católicos y con el fin de consolidar el dominio de su reino recuperarán para la corona distintas fortificaciones estratégicas en el corazón de Castilla y entre ellas Simancas. Hacia 1510 reforzará la corona la barrera y el foso de la fortaleza, convirtiéndose, junto con Medina del Campo y Arévalo, en una de las fortalezas más potentes en el centro de Castilla. Así resultará en la guerra de las Comunidades, cuando estas fortalezas y especialmente Simancas permanezcan fieles a Carlos I, sin que los comuneros se atrevieran a intentar su asalto. Al término de la revuelta sirvió la fortaleza de cárcel para algunos ilustres comuneros. En ella fue ejecutado el obispo Acuña.

El Emperador Carlos I puso fin a su época militar convirtiéndolo en el Archivo General de la Corona Castellana. Tanto en este periodo como en los sucesivos, con Felipe II y Felipe III se hicieron profundas transformaciones para adaptarlo a la nueva función. Continuaron las reformas con Felipe V y Carlos III (razón por la cual se puede encontrar, en la puerta oeste el escudo de esta casa real, la Borbón)

En la actualidad sigue conteniendo el Archivo.